2. Reemplaza el papel film cada cierto tiempo
Principalmente con los quesos grasosos que sudan mucho. Es importante que, cada vez que saques el queso para comer, deseches el papel que tenía y lo envuelvas con un nuevo. Así, siempre retrasarás un poco más la pérdida de frescura.
3. Compra la cantidad necesaria para tu consumo
Lo mejor es comprar pequeñas porciones. Su sabor siempre será fresco y, al no tener queso de una semana en la nevera, no olvidarás que está allí y en definitiva no se echará a perder.
4. El queso fresco nunca debe conservarse a temperatura ambiente pues se echaría a perder de un día para otro. La temperatura más adecuada para la conservación de este tipo de productos es de 4ºC por lo que es recomendable guardarlo en la parte alta del frigorífico junto con otros productos lácteos como los yogures.